Sabía, por un lado, que el aloe vera contaba entre sus propiedades con las de combatir los efectos de las quemaduras, las infecciones por hongos, picaduras de insectos y además era cicatrizante.
Y por otro lado sabía que el aceite de árbol de té es un poderoso agente antiséptico, antiviral y fungicida natural que se utiliza entre otras muchas cosas como cicatrizante en quemaduras, rasguños, para combatir los hongos de los pies, contra las irritaciones en el cuero cabelludo y las picaduras, así como para tratar algunos problemas de la piel (acné, forúnculos, dermatitis, herpes y eczemas).
Teniendo a mano estos dos portentos decidí mezclarlos y crear un jabón en el que sus múltiples propiedades se apoyen y complementen junto a otros ingredientes habituales como los aceites de oliva, de coco, y de almendras dulces, la manteca vegetal, agua de lluvia e hidróxido de sodio.
El resultado es bastante satisfactorio.
Al usar este jabón en seguida se observa una abundante y cremosa espuma que, si dispones de algo de tiempo, puedes amasar en tus manos hasta convertirla en una especie de crema que tu piel va absorbiendo poco a poco hasta el punto de no necesitar agua para aclararte pues la piel hará que desaparezca completamente.
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